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HE CAMBIADO, capitulo 20 - #YSBLF

  • Foto del escritor: Fan YSBLF !
    Fan YSBLF !
  • 1 mar 2018
  • 12 Min. de lectura

Betty había aceptado encontrarse con él en una heladería estaba treinta minutos de Ecomoda, estaba ansiosa, las manos le sudaban, sentía escalofríos en todo el cuerpo, el corazón lo sentía en las oídos, bombeaba fuerte, estuvo a punto de irse de no ser por ver a Mario llegar, traía un suerte de lana, un jean y unos tenis, se veía especialmente hermoso esa mañana, al verlo el corazón de Betty latió más fuerte.


Mc. Hola hermosa! – le da un beso cerca a la boca –

Be. Hola… - se sonroja –

Mc. Ya pediste algo? Quieres algo no sé… yo voy a pedir un cono de chocolate.

Be. No estaba esperándote, si pídeme lo mismo.

Nuevamente empezaron a reconocerse, a contarse que había sido de su vida después de tanto tiempo, como se había dado su relación con Gabriela, como decidió casarse con ella y que Fer no había sido planeado, Betty le contaba los detalles del matrimonio.

Mc. Sabes… siempre pensé que sería el padrino de Armando, pero bueno, las vueltas que da la vida.

Be. Sí, es sorprendente como las cosas pueden cambiar. – Betty probó el helado y un poco le quedo en el labio –

Mc. Jajajaja tienes helado en la boca – ella se intentó limpiar, logro ensuciarse más – Para Mario eso era todo una chiste verla así le divertía, así que paso sus dedos sobre los labios de Betty y se lo llevo a la boca – la miraba fijamente – ella se ruborizo. Tu helado sabe mejor, tiene un sabor diferente, me dejas probar?

Be. Jajaja si toma… - le había encantado sentir su tacto –


Mario se levantó y tomo el helado de Betty, hizo como si se lo fuera a probar y le dio un toque de helado en la boca de Betty, sin dejarla reaccionar le dio un beso y paso su lengua quitando el helado que le acaba de echar, Betty quedo sorprendida, jamás pensó que Mario haría tal cosa, quedo fría, pero le había gustado, lo había disfrutado, el beso era lento, dulce, ambos se saboreaban sus labios, era como si quisieran recordarlos, poquito a poco fue aumentado la intensidad, pero no podían separarse su atracción era más, Mario le tocaba la pierna a Betty y por cada caricia se iba acercando un poco más a su humedad, Betty estaba ansiosa por sentir ese tacto que tanto había anhelado, deseaba a Mario con locura, el sexo con él era el mejor que había tenido, no podía dejar de pensar en esas noches desde que se reencontraron, lo estaban reviviendo, esa intensidad con que la poseía, esa pasión con que la consumía, Mario era único en la cama, era intenso, cero sentimientos, solo sexo y eso le gustaba porque era puro goce.


Betty se separó en seco, se está volviendo loca, no podía hacer esto, por más que lo deseara, no podía hacerlo, estaba a punto de casarse.

Be. Lo siento Mario, pero no podemos continuar con esto, me voy a casar en pocos días, Armando no merece esto… - Mario la tenía abrazada, se negaba a soltarla, su erección reclama su cuerpo –

Mc. Betty pero por qué no? Es algo que los dos queremos, nadie tiene porqué sospechar algo, déjame saciarme de ti, sabes que lo quieres… - la volvió a besar mientras ella hablaba –

Be. Mario… por favor… sabes… que es… muy complicado… la última vez… saliste… lastimado. – le coloco su mano en su boca –

Mc. No me detengas si? Hermosa son solo besos, a nadie pueden lastimar.

Be. Si, Mario, paremos ya… no quiero lastimarte más, no quiero herir a Armando y creo que hemos hecho suficiente para eso, mejor dejémoslo hasta aquí, si? Betty se levantó, salió a la calle tomaría un taxi había preferido dejar el carro, no quería que lo vieran parqueado y lo reconocieran.

Mario dejo el dinero en la mesa junto con la propina, caminó tras ella y la tomo del brazo justo antes de salir del lugar la abrazó, ella intentaba soltarse pero no oponía tanta resistencia.

Mc. Está bien, pero no te vayas así, ya si? Dejémoslo hasta aquí, pero responde algo… esto no era lo que querías? Mario se inclinó de tal manera que su rostro quedo diagonal a ella, y sus sexos de frente el contacto hizo contraer a Betty.

Be. Tu sabes lo que quiero perfectamente, pero no podemos, me entiendes?

Mc. Está bien, eso era lo que quería escuchar, ven yo te llevo… la tomó de la mano.

Be. Noooo… como se te ocurre que me vas a dejar en Ecomoda, si Armando te ve, nos mata, déjalo así Mario por favor.

Mc. No te voy a dejar al frente, te dejo en la esquina, igual Armando no conoce mi carro, cálmate hermosa, no te preocupes, si? Le dio un pico. Betty suspiro y se montaron en el carro.


De camino a Ecomoda, Mario no paraba de mirar a Betty cada vez que se reencontraban la veía más hermosa, la mano de Armando le había sentado bien, aunque bueno, Betty era un diez y eso no le hubiese cambiado la mano de nadie.

Estaban por llegar a Ecomoda, pero Mario decidió pasar de largo, Betty al darse cuenta le preguntó que pretendía, pero él llegó al Hotel Estelar donde parqueo el carro.


Mc. Quieres bajar?

Be. Mario, me dijiste que me dejabas en Ecomoda… por Dios!! Porque me trajiste aquí, Armando se va a preocupar.

Mc. Te quieres bajar? Respóndeme…

Be. Mario… por favor – Mario la besaba suavemente en el cuello, en la frente, en la boca, iba a su oreja y dejaba su aliento en ella, Betty estaba empezando a excitarse, sabía que si no detenía a Mario, ella no podría controlarse –


Mario la beso un largo tiempo en el carro, se dedicó a ella, quería complacerla, llenarla de él, hacerle el amor, poseer su cuerpo, eso era lo que él quería y estaba seguro de eso. Betty tenía un problema su cuerpo reaccionaba pero su mente aún no se decidía, pero mientras no respondía se dejaba llevar por todo eso, por su humedad, por su sudor, por su agitación, gemía levemente, Mario empezó a masajear su sexo, ella empezó a contraer sus caderas, empezó a sentir calor en su zona, ella quería estar allí, no tuvo necesidad de responderle, ambos lo querían.


Mario la llevó a una suite con piscina privada y calefacción, en la cama vio un diminuto vestido de baño de dos piezas, Betty al verlo sonrió, ya lo tenía planeado, ya sabía que yo aceptaría pensó.


Be. Y eso? Como apareció aquí?

Mc. Lo trajo unos duendecitos, no te gusta?

Be. Tendré que probármelo a ver cómo me queda, dijo mordiéndose el labio. Como sabías que vendría?

Mc. Tu cuerpo me lo dijo… crees que no note como te inclinabas… los besos que me diste, yo nunca he dejado de querer estar contigo, recuerda que a mí me cortaron… Se acercó a ella, se colocó en su espalda y empezó a besarle el cuello, mientras con ambas manos masajeaba sus pechos, Betty se limitaba a gemir, a sentir…


Pronto ambos estuvieron dentro de la piscina, Betty se recogió el cabello no quería mojárselo, Mario se acercó Betty, ella lo aprisiono entre sus piernas, él se movía lentamente en su vagina, mientras ella lo devoraba a besos, la besaba en el cuello, besaba su hombro derecho hasta bajarle las tiras, después paso al izquierdo y repitió, Mario tomo aire y se sumergió, su lengua jugaba con los pezones de Betty, salía regularmente para tomar aire y nuevamente regresaba, poco a poco fue bajando hasta su sexo que estaba my húmedo y caliente, Mario podría a ver notado todo lo que la había mojado si no fuera porque estaban en la piscina, Betty chorreaba de placer, y empezó a contraerse ayudaba a la lengua de Mario a entrar a su sexo, Betty lo tomo del cabello sutilmente obligándolo a salir, y empezó a besarlo, rápidamente bajo a su erección y masajeándola la saco, quería que la hiciera suya, y Mario empezó a penetrarla, Betty gemía muy fuerte, estaba loca por todas las sensaciones que ese hombre le despertaba, Mario rápidamente la coloco de espalda y tomando por la cintura la acomodo y nuevamente empezó a penetrarla, Betty no paraba de gemir, cada vez lo hacía más fuerte haciendo a Mario sonreír de puro placer, - Dame más! – le ordeno, y el obedeció la embestía duro y certero, el cabello de Betty empezó a soltarse y Mario la agarro de su cabello para evitar mojarlo, aunque él tenía las manos húmedas, era menos que si cayera al agua, esto excito más evitaba y empezó a gritar, le pedía más y más Mario le besaba sus hombros, su cuello, al ver que estaba a punto de escurrirse nuevamente la volteo, quería verla la cara, Betty sonreía la estaba pasando muy bien, Mario aumentó aún más la intensidad, Betty le avisaba que se vendría, quería hacerlo junto con él, él le confirmó con la cabeza y empezó a temblar era más una convulsión Mario y Betty habían llegado juntos al clímax.


Ella se derrumbó en él, tenía sus piernas aun cruzadas en el cuerpo de Mario, igual que sus manos en su cuello, le dolían las piernas por el esfuerzo pero más le podía el cansancio, ambos salieron de la piscina y se tiraron en la cama aún agitados, después de recuperarse, Betty se empezó a cambiar Mario aún seguía desnudo.


Be Ya me tengo que ir dijo dándole un beso.

Mc. Espérame yo te llevo…

Be. No, porfa… No me dejarías ir, acéptalo.

Mc. Jajajaja es cierto, te quiero todo el día para mí, es mucho pedir?

Be. Demasiado! Jojojo

Mc. Entonces… en qué quedamos?

Betty se sentó y le coloco una mano en su pierna, estaba caliente, no importaba en que clima estuviera, Mario siempre era cálido.

Be. No nos podemos ver más, lo entiendes cierto?


Mario arrugó la cara, estaba molesto.


Mc. Pero por qué? La estamos pasando muy bien, sabes que yo no tengo problema en compartir… siempre estaré viajando a Bogotá y podremos…

Be No Mario… no podemos hacer esto una costumbre, dañaríamos a muchas personas, tú tienes tu familia, no me puedo permitir destruirla, yo formaré la mía, me entiendes?

Mc. Hermosa espera… cual destruir? Nadie tiene porque saberlo.

Be. Exacto Mario, si no vuelve a pasar nadie se enterará. Es mejor así, créeme. Yo he cambiado a tráves de estos últimos años, hago cosas que la Betty anterior ni hubiera imaginado, me acuesto con dos hombres, entiendes lo mal que se escucha eso? Fue débil lo acepto, soy carne y siento, pero no lo puedo volver hacer, no puedo seguir cayendo tan bajo, y no es por ti, es por lo que hicimos, es lindo saber que siempre te tendría en mi vida, pero de esta manera no valdría la pena, tarde que temprano esta situación se saldría de nuestras manos y es una bomba de tiempo que no deseo que me explote en la cara, en nuestras caras Mario.

Mc. Siempre haces lo mismo, siempre me alejas de ti, por qué insistes en hacerlo así? Te he demostrado de mil maneras que te quiero, a pesar de saber que siempre me querrás a medias, aquí estoy, como siempre, no sé qué quieres de mí, no sé qué estás buscando.

Be. Mario yo ya no busco nada, ya encontré a Armando, quizás suene mal, pero pasar ese año tan trágico al lado de ambos me contamino, perdí mis principios desde que acepte crear esa empresa, desde que me acosté con Armando estando con Doña Marcela, y hoy me cuesto con quien fue su mejor amigo a pocos días de casarme con él, dime, quieres que me siga hundiendo en el infierno? Debo salvar la poca alma que me queda, ya estoy muy contaminada, no puedo seguir así, si he cambiado, me he transformado, pero para mal Mario… te hago daño a ti y a Armando, es que no lo ves?

Mario tensaba la mandíbula, cerraba fuerte los ojos, pensaba algo que decir, cualquier cosa que pudiera convencerla, quería tenerla, no importaba si era un cuarto o a medias, quería poseerla, amarrarla a su vida, pero tenía la mente en blanco, no le llegaba nada.

Betty se levantó de la cama no sin antes darle un último y apasionado beso a Mario, le supo igual al que le dio como despedida en la clínica, Mario estaba molesto, pero más que enojado, se sentía triste, otra vez la perdía, otra vez la dejaba ir.


De camino Betty solo podía pensar en Mario, en su Mario, en cómo añoraba su cuerpo, pero solo eso, no deseaba su amor, ni su cariño, quería algo platónico, así siempre había sido, por fin lo entendió, realmente era otra mujer y no sé reconocía, se asombró al ver lo bajo que podría llegar para complacer sus más viles deseos, justificándose con el viejo cuento que debe empezar a vivir para ella y no para los demás, sabía que eso no implicaba hacer tal bajeza y jugar con dos hombres, que aunque ambos habían jugado con ella, no debía pagarles con la misma moneda.


Al llegar a Ecomoda encontró a Armando en su oficina, verlo le hizo recordar lo que había hecho, se sentía sucia e inmoral, él tenía el semblante tenso, hablaba por teléfono.


Be. Que paso amor? – Armando le hizo señas que le diera un momento, ella se inclinó y lo abrazo por la espalda, él le respondió pegando su cabeza a la de ella –


Armando seguía hablando y Betty no decía nada, ni si quiera escuchaba lo que él decía, solo disfrutaba su aroma, Armando tenía un olor natural que le atraía, incluso cuando sudaba nunca olía mal, eso era una de las cosas que le encantaba de su amado, empezó a llenarlo de besos, él respondía con una dulce sonrisa, la acariciaba con su rostro, poco a poco como si de arena se tratase, cada caricia que le daba era como si cayera agua a su cuerpo y la limpiara, y la eximiera de su pecado, era como si Armando pudiera borrar de su cuerpo toda huella que otro hubiera dejado y con un cinismo que desconocía se perdonó y era como si nunca hubiera pasado, ya lo iba olvidando, iba dejando su error atrás.


Por fin llegó el gran día y Armando esperaba a Betty en la iglesia del barrio donde ella creció, era hermosa y muy modesta, cuando Betty entró, se veía perfecta en su vestido blanco, era sencillo, pero le quedaba precioso, su buque era un ramo de rosas blancas y tenía un largo velo con un encaje muy delicado en los bordes, su sonrisa iluminaba, todos estaban conmovidos por verla entrar tan inmaculada, parecía una princesa. La ceremonia empezó y ambos dijeron sus propios votos, fueron recibidos a las afuera de la iglesia por fuegos pirotécnicos, todos aplaudían, a lo lejos Mario la veía, sonría triste al verla, ella siempre sería el amor de su vida, complacido por verla por última vez se subió al carro y fue camino a la casa de sus papás donde su esposa e hijo lo esperaban, en unos días se irían de nuevo a Argentina.


Armando y Betty estaban felices, la celebración fue en el club, en un salón campestre decorado con las más hermosas flores y embellecido con las luces tenues de las velas, el banquete fue de lo más delicioso, había jugo de mora. Betty estaba un poco adolorida, los tacones la mataban, aún no se acostumbrara a usarlos por tanto tiempo, decidió ir un momento al baño, quería estar al menos un segundo sola, al entrar se miró en el espejo, sonreía, se sentía bella, recordó a Mario, quería tener ese momento, esa sería la última vez que lo pensaría, se lo prometió y así fue por muchos años…


Los años pasaron y tuvieron a su primera bebé a quien bautizaron con el nombre de Camila por la hermana de Armando, luego la acompañaron dos princesas más, Juliana (por doña Julia) y Márgara (Por doña Margarita), Armando siempre decía que amaba estar rodeado de mujeres, de sus mujeres, fue siempre lo que anhelo como padre, él era su rey, su mundo, sus mujeres lo adoraban, lo idolatraban y siempre se sentían seguras con él, siempre sería su protector. Armando no fue menos celosos con sus hijas, incluso una se encontró a Claudia Bosch y está aún llena de rencor le aseguró que todas sus andanzas las pagaría a través de ellas y que por fin entendería todo el daño que había hecho, pero no fue así, Armando siempre espantaba todo hombre que se les acercará a sus niñas, como sabueso él reconocía a los típicos galanazos, engreídos y mimados que solo querían una noche, lo sabía muy bien, él fue uno de ellos.


Camila era muy parecida a Betty, pero había heredado el temperamento de ogro de su padre, Juliana era pura dulzura igual a su madre, era idéntica a ella, de cariño Betty le decía minimi, pero Margara era idéntica a su abuelita Margarita tenía el cabello color miel y unos hermosos ojos verdes, fue la única que había heredado ese rasgo, ella era quien le daba más dolores de cabeza a Armando, era más liberal, más impulsiva e inmadura, ella era la reencarnación de su padre, incluso vivía fuera del país, desde muy joven siempre amo conocer el mundo, amaba el estudio y los unió para su propósito, era una gran economista y diseñadora, siempre sobresaliente, y eso era la único que tenía de Betty, era una familia muy feliz.


A la edad de 23 años Juliana les presento a Fernando, su novio, quien para su sorpresa era el hijo mayor de Mario, razón por la cual las familias se unieron de nuevo, Armando y Mario retomaron su amistad por sus hijos, de vez en cuando Betty y Mario cruzaban miradas de complicidad, pero no fue más, Betty prometió estar solo con su amado y así lo cumplió. Armando nunca se enteró de la aventura que Mario y Betty habían tenido, jamás se volvió a repetir aquel desliz, y juntos Betty, Armando y Mario con Gabriela envejecieron criando sus nietos.


FIN!


 
 
 

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