“El diario de Armando” #YSBLF – Capitulo 13
- Fan YSBLF !
- 27 mar 2019
- 6 Min. de lectura
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“Querido amigo,
Han pasado seis meses desde que nuestro idilio inició, me alegra poder escribirte que nunca había sido tan feliz con tan poco, y digo poco no porque ella no sea todo, lo digo porque nunca son suficiente besos, siempre me faltan caricias, el tiempo se vuelve nada cuando estoy a su lado, ella es mi todo, y me deja con ganas de más, al contrario de la gente, que cada que con el pasar de los días me sobra, las noches sin ella son eternas, y fingir que no la amo con todo mi ser me cuesta, pero soporto, soportamos, ambos luchamos en silencio por todo lo que nos hemos despertado, porque nunca nadie nos había podido tanto, porque…”
Mar. Hola amor!! – Armando cerró bruscamente su diario –
Ar. Hola Marce – dijo haciendo un gesto amargo –
Mar. Tranquilo mi vida, no pensaba leer tus poemas, sé que a mis ojos son prohibidos, pero bueno, amor… te interrumpí realmente para avisarte que ya confirme los tiquetes y…
Ar. Qué tiquetes?
Mar. En serio Armando?... – dijo torciendo la mirada – El matrimonio de María Beatriz con Antonio, es este fin de semana, lo olvidaste, Cartagena?? Lo tenemos apartados con la agencia desde noviembre del año pasado amor…
Ar. Ah sí, si, lo siento Marce se me había pasado por completo – mierda – pensó, había hecho planes con Betty ese fin de semana y ahora tendría que cancelarlos, ya sabía lo que le esperaba, había discutido mucho esa semana por varios compromisos familiares que había tenido que cumplir de la mano de Marcela, Betty soportaba cada vez menos la idea de verlo agarrados de la mano y hacer como si nada.
Pero era un evento al que Armando simplemente no podía faltar, por la antelación, por sus padres – por mi cobardía – se susurró en pensamientos –
Betty llegaba a la cafetería con Mario cuando vio a Marcela masajear los hombros de Armando, habían quedado en encontrarse allí después de clase, pero ignoraba por completo que Marcela también había sido invitada – no era así, pero le gustaba acribillarse con esas ideas – Mario vio el gesto en ella y por instinto a agarró de la mano, eso siempre tranquilizaba a Marcela quien no se terminaba por tragar la “buena amistad” que Armando y Betty compartían.
Mar. Hola Mario, cómo estás? – dijo dándole un beso, vacilo un momento en saludar a Betty, pero la mirada que le echaba a Armando la obligo a cumplir el protocolo – Hola Beatriz.
MC. Qiubo Marce, pensé que hoy no tenías clases. – Betty respondió el saludo con una sonrisa fingida y evitando mirar fijamente a Armando, sabía que de hacerlo no podría evitar matarlo con la mirada y ese era un lujo que delante de Marcela no se podría dar, ella tenía ese derecho legítimo –
Mar. No tengo clases, pero mi amor sí y quería estar un rato con él – Lo beso intensamente por varios segundos –
Betty sintió como su estómago se ponía frio y el corazón se lo sentía en la sien, era ese momento incómodo que cada vez se hacía más común.
Armando dio por terminado el beso con una sonrisa forzada, limpiándose discretamente el labial rojo y bajando la mirada.
Mar. Además que ya sabes cómo es tu amigo, olvido del viaje que haremos a Cartagena, por el matrimonio de María Beatriz.
Las palabras le cayeron como un balde de agua fría, nuevamente ese incomodo momento en donde te enteras de algo que te parte el alma en dos, pero solo puedes sonreír y fingir que todo esta bien, que no duele.
Armando sonrió por costumbre ante el comentario de Marcela, ninguno se percataba, nadie escuchaba el crujir de un alma que no soportaba ser más la segunda, ella solo podía pensar en todo lo que había dado por Armando, en todas las cosas que había soportado por él y llego a una conclusión, eso no era amor, soportar no es amor, no es sano, estaba cansada, tocar ese tema con Armando siempre era motivo de discusión, él tenía mil excusas listas y preparadas para esa conversación, pero no era eso lo que más dolía, era el hecho que parecía no afectarle de la misma manera que a ella, siempre podía dormir plácidamente después de una de sus pelea por aquella conversación constante e innombrable, en cambio ella lloraba por horas en silencio, (a su lado en muchas ocasiones) él simplemente no se inmutaba, era cada vez más frío, más distante, menos comunicativo, en ocasiones sentía que lo perdía.
No pudo soportarlo más, los ojos se le llenaron de lágrimas, trataba a fuerzas de tragar el nudo que se formaba en su garganta, los pensamientos habían logrado revivirle el llanto, Marcela se despedía – justo a tiempo – pensó, Armando incesante preguntaba - ¿Qué te pasa? – pero ella continuaba en silencio, en el fondo de su corazón lo sabía, no tenía derecho, no podía sentir celos o rabia, Armando simplemente no era suyo, aunque se engañaran con la melancólica idea de que se pertenecían.
Mientras caminaba hacia el estacionamiento, Marcela pensaba en la mirada esquiva de Betty, ella nunca le había dado buena espina, precisamente era esa lejanía, esa indiferencia hacía Armando que no era normal, ella sabía perfectamente el hombre que tenía al lado y sabía que aunque no quisieras, era su belleza, galantería o su simple carisma el que te cautivaba y le parecía que Beatriz fingía demasiada frialdad hacía él –
Armando y Betty se habían quedado solos, Mario se despidió al rato de Marcela, él era solo la cuartada para que ambos estuvieran juntos sin levantar sospecha, de hecho, en la universidad corría el rumor que ambos eran pareja, a Mario e perjudicaba un poco, pero no le daba gran importancia.
Ar. Te siento rara, que te pasa?
Be. Por qué no me dijiste que te ibas de viaje?
Ar. Mmm… lo siento, se me había pasado por completo. – Dijo acercándose a ella lo más que en público podía –
Be. Me imagino que nuestra salida quedo para el otro fin de semana.
Ar. Si amor… mira, yo entiendo que te molestes, tienes razón, pero Betty no puedo cancelarlo, créeme. Van mis padres y…
Be. Si lo sé, a ellos nunca les puedes quedar mal.
Ar. Por qué lo dices así, sabes que es cierto Beatriz.
Be. Lo digo así porque todavía no entiendo cuál es el miedo que les tienes a tus papás, acaso no quieren tu felicidad? Marcela no lo es… lo soy yo, se supone – dijo torciendo la vista hacía el piso tratando de ocultar la lagrima que corría por su pómulo, Armando la noto y por inercia la abrazo dándole un beso en la nuca que estremeció a Betty – que haces Armando? – dijo apartándose bruscamente. – estamos en público.
Ar. Lo siento, no pensé. Estamos bien?
Be. Eso creo.
Ar. Déjame llevarte a tu casa.
Betty lo miro y como respuesta solo escuchaba el bullicio de la cafetería, se sentía sola a pesar de estar rodeada de tanta gente, Armando siempre provoca ese vacío, esa soledad, y así se sentía el amor prohibido.
Ar. Responde amor… estás molesta? En serio, sabes que adoro pasar los días a tu lado pero no puedo faltar.
Be. Vamos… - Le sonrió tristemente –
De camino a casa no hablaban mucho, al fondo sonaba “Tal vez, quizás” de Paulina Rubio, Betty sintió que esa era la banda sonora de su amor, eso le causo más tristeza, se lamentó por ser tan bruta para el amor, moría porque Armando entendiera su silencio, pero eso nunca pasaba.
Armando sentía la frialdad de Beatriz, sentía su lejanía a pesar de que sus manos se tomaban, ella era el amor de su vida, pero sabía que esa tormenta acabaría con los dos, estaba decidido, no seguiría haciéndole daño, terminaría a Marcela ese fin de semana, aprovecharía estar lejos de todos y de cualquier distracción, no podía resistir más en una relación donde ya no había felicidad hace años.
Ar. Amor…
Be. Sabes… - dijeron al tiempo –
Ar. Dime…
Be. No dime tú – Nuevamente al tiempo, ambos rieron –
Ar. Dime. Jajaja
Be. Creo que pasaré este fin de semana con Aura María, tengo tiempo que no paso con ella y me ha reclamado, dice que la cambie por mis nuevos amigos jajaja
Ar. Ah bueno amor, no tengo problema. – parqueó, ya habían llegado –
Ambos se miraban. Se decían tantas cosas y nada, ninguno miraba más allá de lo que sentía.
Be. Bueno amor, mejor bajo rápido antes que mi papá vea por las cámaras.
Ar. Dame el último beso… - los dos sintieron un escalofrió que les bajo por la espalda –
Betty sentía que miles palabras se le venían a la boca, pero no se atrevía a pronunciarlas, prefirió callar y dejarlo para la próxima vez que se vieran. Armando igual quería decirle de sus planes pero sonreía, prefería sorprenderla. Ambos se dieron un dulce y tierno beso, mientras se miraron complacidos por tenerse.
Be. Bueno, espero te vaya bien.
Ar. Tranquila amor, será un finde súper tranquilo. – Betty bajo se despidió por última vez y entro a su casa –
Ese beso sería el comienzo de muchas tormentas.
CONTINUARÁ
Parecio como despedida o.o pobre Betty salio d una decepcion amorosa y entro a ralacion clandestina.