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AMORES EXTRAÑOS, CAPITULO 9, Yo soy Betty la fea.

  • Foto del escritor: Fan YSBLF !
    Fan YSBLF !
  • 20 mar 2018
  • 9 Min. de lectura

Saludo a Claudia Elena muy ajeno a la conversación que ella intentaba mantener con él, Armando estaba desesperado, y sobre todo aturdido por todo lo que había pasado en la mañana, le era imposible concentrarse por más que tratara divagaba en su situación actual, era cierto, Armando era un hombre de mil mujeres pero siempre sentía la necesidad de llegar a una que le generara seguridad e inusualmente las dos que lo hacían lo habían botado, no sabía qué sentir, había venido decidido a terminar con Betty y a zafarse de Marcela, pero ahora con este cambio, era él quien se sentía desechado y era una sensación horrible que no había experimentado.


Cl. Armando te pasa algo? Te noto muy pensativo...

Ar. Si Claudia Perdóname mira... es que he tenido una mañana y la verdad no ando muy metido en esto, déjame llamar a Betty, ella se encargará del resto, de verdad que pena Clau, discúlpame - Armando se levantó e hizo pasar a Beatriz quien muy dispuesta a negociar paso a la sala de juntas, era como si su conversación jamás hubiese pasado -

La negociación se logró tal y como Armando necesitaba para sacar la nueva colección a flote y por fin sacar a Ecomoda del déficit en el que estaba, Betty fue muy cordial con él en la junta, pero la sentía apática a él. Terminada la junta Armando acompañó a Claudia hasta el ascensor donde la despidió por primera vez sin insinuársele y de inmediato fue a su oficina, Betty estaba de pie en la cueva acomodando unos archivos.

Ar. Betty podemos hablar?

Be. Claro Doctor, dígame

Ar. Necesito aclararle lo qué pasó con la Bosch, de verdad todo tiene explicación...

Be. Ay Doctor otra vez con eso? Ya le dije que no me debe ninguna explicación, de verdad!

Ar. A mí no me interesa si se la debo o no Beatriz! Yo se la quiero dar! - se estaba alterando -

Betty guardó silencio, con el tiempo aprendió que siempre era mejor callar cuando Armando gritaba.

Ar. Perdóneme Betty, sé que no debí gritarla, es que me siento desesperado y Ud. no quiere escucharme - Betty seguía sin contestar -


Armando entrelazó sus manos con las de ella, estaban tibias, Betty siempre era cálida, la miraba con gran tristeza, con desespero en busca de una respuesta, pero ella insistía en callar así que volvió a tomar la palabra.


Ar. Betty si pase la noche con Claudia, pero no fue por amor, fue vacío aunque suene ridículo o canalla, pero es la verdad, verla ayer con Nicolás me lleno de ira, de odio, este juego que yo creé me está volviendo loco, lo soporto tener que compartirla y se lo he demostrado en más de una ocasión, pero Ud. insiste en este juego y yo ya no sé qué hacer, me estoy volviendo loco, no pienso bien las cosas Betty - volvió a mirarla fijo a los ojos, esta vez encontró dolor en ellos -

Be. A mí también me molesta verlo con otras, pero no por esa razón corro al primer hombre que veo, ni si quiera a quien es actualmente mi novio, yo tengo que tener atenciones con él porque se supone que eso debo hacer, pero ya llevamos meses saliendo y por Ud. ni si quiere nos hemos acostado, como es posible que yo no sea capaz de acostarme con Nicolás que es mi novio por respeto a Ud. que no es nadie, y Ud. al verme con MI NOVIO! No es capaz de controlarse y sale con la primera mujer que tiene al frente ah?!!!! Yo si debo aguantar eso? Yo si debo soportarlo? Y encima de todo perdonarle la indiscreción porque fue impulso? Por Dios Doctor! Aquí nadie es bobo, todos lo conocemos, Ud. nunca va a cambiar y yo la verdad no quiero seguir esta situación, aléjese de mí! No me busque más! - Betty miraba a Armando muy decidida, él vio en su rostro sólo verdades, no era rabia, lo que decía se veía que lo había pensado muy bien, no habría marcha atrás-

Ar. Entonces Betty, dígame que debo hacer? Ya no soporto más su silencio, no quiero verla más al lado de ese tipo, no soporto más esta situación, sé que no es fácil perdonar, pero al menos le estoy siendo sincero, al menos soy honesto, todo lo que me has dicho es cierto, vivo en un mundo de mentiras, pero no puedes castigarme por lo que soy, toda mi vida he sido así, no puedo cambiar de la noche a la mañana, me seguiré equivocando, pero créeme que jamás destruiré tu confianza, deme una segunda oportunidad por favor.


Betty lo miraba y no tenía idea de que hacer, amaba a Armando, pero realmente estaba cansada de sus tratos, de sus celos, estaba cansada de vivir fingiendo, se sentía encarcelada, y estar con Armando sería de las cosas más jodidas que haría, Los Mendoza no estarían de acuerdo con su unión por fea y por pobre, sus amigos se burlarían de él y sus ex eran mil veces más hermosa que ella, todo el tiempo tendría que competir contra ellos, y ella era solo una persona, que anhelaba ser feliz, amar y eso era demasiado.


Be. Déjeme pensar las cosas claramente, son muchos puntos que debo analizar Don Armando, esta vez debo velar por mí.

Ar. Pero pensar que Betty, no nos digamos mentiras, la pasión que ambos nos despertamos solo la hemos encontrado el uno en el otro, porque quieres retrasar lo obvio.

Be. Por qué eso es lo que pasa, ya no es obvio, ni tampoco suficiente además esta doña Marcela aún y créame ella no se merece nada de lo que Ud. Le ha hecho.

Ar. Marcela me termino esta mañana…

Be. QUE!? Cuando?

Ar. Se enteró de Claudia, no sé realmente que paso, solo vino y me dejo.

Betty no podía creer lo que acaba de escuchar, estaba emocionada, pero no debía salir corriendo a los brazos de Armando, él estaba acostumbrado a que las mujeres corrieran detrás de él y no estaba dispuesta a ser una más, eso cambiaría, ella cambiaría. Armando seguía mirándola expectante, Betty se sentó.

Be. Doctor, de ahora en adelante debo ser mucho más cuidadosa, no quiero que Doña Marcela piense que Ud. La dejo por mí porque...

Ar. Es que yo no la deje y de haberlo hecho si habría sido por Ud., se lo pedí mil veces y no me dejaba Beatriz…

Be. Si doctor, eso es lo que Ud. Dice pero yo no creo en Ud. – Armando le dolió escucharlo, pero tenía toda la razón –


Betty empezó a darle las nuevas condiciones para estar con él, mientras ellos hablaban Marcela salía de Ecomoda, no tenía ganas de estar encerrada en esa cuatro paredes, se sentía ahogar, quería llorar hasta el cansancio, Armando ni si quiera había movido un dedo para detenerla, se sentía cómoda con su decisión pero el ver que él no le interesaba ni siquiera fingir le había herido su ego, no entendía como en algún momento llego pensar que ese hombre la amaba, ver lo años que había perdido al lado de él le dolía, ella sufría por la indiferencia de Armando, no le interesaba si la amaba o no, porque desde hace mucho tiempo estaba segura que él jamás la amo, pero ver que no dio crédito ni importancia a todos los años juntos la hirió y por el momento no quería verlo, bajo el ascensor hasta el parqueadero interno y manejo sin rumbo por toda Bogotá, ni siquiera sabía dónde estaba, simplemente sintió la necesidad de detenerse y llorar.


Marcela lloraba por su tiempo perdido, por la energía que había gastado con Armando, porque su desamor, porque su vida, sentía que había llegado a ese punto sin que nadie le preguntará realmente que quería, en ese momento no tenía certeza si su amor por Armando fue impuesto o espontaneo, no recordó como lo empezó a amar, solo recuerda que su papá anhelaba verlos juntos, quizás fue ese su impulso, honrar a sus padres más que vivir su propia vida, quizás fue ella quien armo poco a poco su cárcel – Acaso sé lo que es el amor?, acaso me he enamorado?, pensó –


Marcela empezó a secarse las lágrimas y vio un café bar que había le provoco un cappuccino, estaciono el auto y se bajó hizo su pedido y nuevamente se encerró en sus pensamientos.


Sin darse cuenta alguien desconcertado la miraba de lejos, se acercó a ella y pronto coloco su mano en su hombro.


Dan. Que tienes? Que haces aquí a esta hora? Debes estar en Ecomoda…

Mar. Daniel? Perdón no te vi… cómo estás?

Dan. Estoy perfecto, pero veo que tú no, que te paso?

Mar. Termine con Armando – Marcela bajo la mirada, sentía vergüenza de aceptarle a Daniel algo que él siempre he había asegurado que sucedería, seguro tendría todo un discurso ensayado y listo para ese momento –


En cambio Daniel abrazo fuerte a Marcela mientras ella sorprendida comenzó a llorar, sus lágrimas no eran por Armando, Daniel la había conmovido, era la primera vez en años desde que sus padres murieron que él volvía a ser ese hermano cariñoso y atento que fue, desde la muerte de sus padres, Daniel asumió esa actitud, es como si siempre se hiciera el fuerte al punto de anular sus sentimientos, desde entonces nunca se permitió llorar, nadie sabía si estaba triste o feliz, él se encargó de eso. Daniel acariciaba el cabello de Marce, ver a su hermana llorar de esa manera le tenía el corazón partido, pero por fuera Daniel estaba implacable, y odiaba a Armando no solo por quedarse con la presidencia, si no, porque sabía que haría infeliz a Marcela, a pesar de advertirle mil veces ella insistió en estrellarse y él se lo permitió, había fallado a la promesa de su padre.


Mar. Gracias Daniel… - dijo casi en susurro –


Daniel quiso decirle tantas cosas, pero solo le sonrió tristemente y la coloco la mano en el hombro, el mesero llego con el cappuccino de Marcela, los hermanos pasaron esa tarde juntos como hace años no lo hacían. Esa tarde Marcela entendía que se había aferrado a Armando en busca de un hogar más que de un esposo, pues sus hermanos se habían dividido tratando de superar cada uno como pudiera la muerte de sus padres, pero ella cambiaría eso.


De vuelta en Ecomoda, Betty y Armando terminaban su charla, Betty quería saber hasta dónde estaba dispuesto Armando a llegar por ella, así que le dijo que debía hacer cambios en su vida y que él sabía perfecto cuales eran, así que no había necesidad de enumerarlos, él acepto aun confundido por todas las condiciones, pero daría todo por Betty.


Ar. Está bien Beatriz, voy a empezar despidiendo a Claudia, ya no la verás más.

Be. Quiero que cuando al despidas le pidas disculpas.

Ar. QUE?! Pero por qué!?

Be. Porque la usaste para darme celos, no?

Ar. Pero Betty o sea tampoco fue que la obligue – Betty lo miro con odio – perdón, sé que no debí decir eso... – Armando bajó la cabeza estaba avergonzado por su indiscreción – si eso quieres lo hare, pero créeme no lo tomará bien.

Be. Sé que no lo tomará bien pero eso es lo que menos me interesa, solo que sé que tomó la decisión de despedirla, debe hacerlo bien, la culpa no es de ella.

Ar. Así será, pero con Marcela no tengo mucho que hacer, recuerda que ella también es dueña.

Be. Yo no le he pedido que las despache a todas, lo de Claudia fue su decisión. Además si entre Doña Marcela o yo alguien debe irse, esa sería yo.

Ar. No, no, no como así Betty, se va?

Be. No digo que me voy, digo que de ser así sería yo quien debería irse.


En ese momento entro Mario quien aun con el martilleo buscaba a Armando.


MC. Armando nos vamos a Almorzar ya? No puedo con el malestar, necesito algo en el estómago, además para que me cuente… Hola Betty! – Armando lo Fulmino con la mirada – cómo está?

Be. Bien doctor y Ud.?

MC. Bien Betty, aquí con una migraña más fea, ni idea porqué me dio…

Be. Eso sucede cuando se toma mucho y no se duerme bien doctor - lo miro con una sonrisa sarcástica – Mario miro a Armando no sabía que responder.

Ar. Bueno Betty, entonces yo salgo a comer con Calderón, le parece si seguimos hablando después?

Be. Si Doctor, que se le pase rápido el guayabo, la aspirina ayuda – Betty sonreía feliz ante la cara incómoda de Mario disfruto mucho ese momento –

En el ascensor y habiéndose cerciorado que nadie los escuchaba por fin los dos amigos pudieron hablar.

Ar. Ud. Si no Mario? Cuantas veces le he dicho que se prudente al entrar a la oficina, parece que no supiera que Betty siempre está allí…

MC. Ay Hermano no me regañe que no estoy de ánimos, que quiere que haga? Siempre se me olvida su monstrete.

Ar. Calderón, si no desea una paliza le pido por última vez que deje de hablar así de Betty, me está aburriendo.

MC. Ya... Tranquilo, última vez que le digo a Betty que es un monstrete – Armando lo palmeo en la cabeza – Ay... Pasito!


Armando iba saliendo con Mario de Ecomoda cuando a lo lejos reconoció un carro, el de Nicolás Mora, su felicidad había durado solo minutos, nuevamente ese tipo se aparecía para llevarse a su Betty.


Ar. Mire! Ese es el carro del muelon, otra vez ese idiota aquí, te juro que estoy que lo reviento, ya no soporto más a ese imbécil!

MC. Calmado Mendoza! No vaya a hacer un espectáculo aquí en toda la empresa, calmadito, mejor vámonos a almorzar antes de que se le salga la bestia.


Mario consiguió montar a Armando a regañadientes al carro, Nicolás notaba las miradas de odio que le daba, pero eso solo lo complacía le encantaba dañarle el día al prepotente de Mendoza.


CONTINUARÁ…

 
 
 

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