AMORES EXTRAÑOS, CAPITULO 21, Yo soy Betty la fea.
- Fan YSBLF !
- 6 abr 2018
- 9 Min. de lectura
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Armando como de costumbre acostado a solas en su cama pensaba en Betty, repasaba todo ese día, en como otro hombre la pretendía, y justo ahí cayo en cuenta que su pelea no sería solo con Daniel, si no con otros más que se la quisieran quitar, eso le sonó agotador, llevaba años en esto, si Mario lo viera ahora no lo reconocería, el estar con otras mujeres siempre le dejaba un sin sabor, estar con Betty era más que pasión y ninguna otra había podido llenar ese hueco, había estado con mil cuerpos pero ni una sola alma, eso lo entristecía, en como llevaba su vida lo deprimía, no entendía como paso a ser el tigre de Bogotá a un recuerdo de hombre, a pedazos de hombre, lo llamaban el soltero más cotizado, pero no se sentía así, se sentía vacío el no estar con su amaba iba apagando su alma, si no moría por cualquier otra enfermedad, sabía perfecto que moriría de tristeza, Betty era la única vida que Armando quería vivir y Daniel Valencia no lo dejaba.
Daniel daba vueltas en su cama, Betty había tenido un día muy pesado y había caído como roca, la veía tan bella, pero sobre todo la sentía de él, de nadie más, en estos momentos no le interesaba el contrato con el francés, no quería verlo no importa cuántos millones perdería Ecomoda, Armando se las tenía que arreglar pero ese negocio tiene que estar cancelado, no soportaba que otros hombres se le aceraran a Betty claro además de Armando, nadie más le generaba confianza, incluso con los año Nicolás Mora tenía prohibido estar a solas con Betty, muy enamorado de su hermana y todo, pero donde hubo fuego cenizas quedan, Daniel pensó un poco más en su familia, en su hijo y en todo lo que habían logrado juntos y sin darse cuenta se durmió con una gran sonrisa en su rostro, la rabia le había bajado.
A la mañana siguiente Betty preparaba su desayuno y el de Daniel, ella aún seguía molesta y él seguía dormido, ese noche había tenido un raro sueño, simplemente recordarlo le ponía la cara de todos los colores, en el sueño ella y Armando tenían sexo en el baño de presidencia, pero había sido una locura, ella se tocaba para él, jamás pensó que Armando le provocara tanto, nunca lo había visto con ojos de deseo – Lo que Betty no imaginaba es que no era un sueño, era un recuerdo –
Unos minutos después Dany se despertó al no ver a Betty a su lado se levantó y fue al cuarto del niño Julio jugaba juicioso con sus juguetes en la cama, estaba listo para ir al Kinder, camino a la cocina y vio a Betty en una pequeña pijama, desde hace mucho tiempo no sentía su cuerpo y hoy había amanecido con ganas, se acercó a ella donde un beso en el cuello que la tomó por sorpresa y dio un respingo.
Be. Dany! – dijo dándose su más hermosa sonrisa, ese era el súper poder de Daniel, bastaba un beso para que a Betty se le pasará todo –
Dan. Hola amor, te levantaste temprano hoy.
Be. Sí, es que fui al baño y se me paso el sueño.
Dan. Me perdonas por lo de ayer? – dijo abrazándola por la espalda –
Be. Dany… me parece lindo que me celes, pero lo de ayer no era necesario sabes perfecto…
Dan. Ssshhh!... – la cayó dándole un beso –
Be. Dany jajaja espera, Julito está aquí, deja al menos que se vaya…
Dan. Perdón mi amor. – dijo besándola en la frente –
Ambos acompañaron a Julito hasta la entrada del conjunto donde lo despidieron, Javier lo llevaría esta vez a la escuela, ambos subieron ansiosos para amarse, Daniel fue totalmente apasionado y cariñoso con Betty, le beso cada rincón de su cuerpo, el estar con ella era diferente, Daniel podía sentir en cada caricia el amor de Betty, con ella fue la primera vez que había hecho el amor pues anteriormente solo era sexo, la amo por horas hasta el cansancio, la llenó de él y él se llenó de ella, y felices por su sexo de reconciliación cada uno partió a su trabajo.
Armando ya había llegado a Ecomoda, siempre era de los primeros en llegar, siempre quería estar antes que Betty para saludarla, una vez más entro a lo que la oficina de ella, ya permitía que el encargado del aseo entrará, eso había sido un gran paso, al final, ese ya no era el último lugar de ella, podía disfrutar cada día su presencia.
Ar. Ay mi Betty… si solo recordaras las veces que te amé. – suspirando se fue a la sala de juntas, necesitaba un café –
Betty acaba de llegar a Ecomoda, Daniel la había dejado muy temprano, las del cuartel no había llegado, aprovecharía el tiempo a solas para tomarse un café, hoy no habría mucho por hacer, incluso ayer le dio permiso a Inés para descansar, no era necesario que se presentará hoy, mientras pensaba en eso noto que la puerta de presidencia estaba medio abierta, pensó que encontraría a Armando pero no estaba, así que por curiosear entró.
Recorría la oficina tocando cada lugar por donde pasaba con su dedo índice, había tomado aquella costumbre pensando que el tacto le ayudaría a su memoria, a veces resultaba, a veces no, pero siempre lo intentaba, llego a la silla de Armando, allí estaba su saco, lo tacto por un rato, rozaba sus dedos imaginándose que era él, ese pensamiento la sorprendió y la hizo sonreír, tomo el saco entre sus manos y lo olio dando un largo suspiro y lo volvió a colocar en su lugar, evitaba mirar el baño, aún sentía vergüenza.
En ese momento Armando regreso, atónito y en silencio se quedó contemplándola, era un hermoso espejismo, ni en sus mejores sueños se había imaginado tal escena, se ocultó de ella pero con mucho cuidado la seguía con la mirada, no quería romper el hechizo.
Betty siguió caminando hasta que entro a su oficina, sintió reconocer algunos rincones, miraba todo a su alrededor de repente empezó a sentirse triste – Armando seguía atento sus paso – su escalofrío incrementaba con cada paso, toco el escritorio tenía un poco de polvo, el tacto le produjo una corriente eléctrica que le recorrió toda la espalda y sintió la necesidad de sentarse en lo que muchos cuentas fue su silla, al hacerlo muchos recuerdos empezaron a llegar de golpe, en ellos aparecían Daniel insultándola, Aura María contándole una discusión con Freddy, Berta avisándole que la llamaba Nicolás, Mario Calderón (lo recordó) donde le preguntaba si estaba bien, pero nada de Armando.
Betty le dio un golpe al escritorio, le frustraba no recordar a Armando, el ruido alerto a Armando quien entro olvidando su cautela.
Ar. Betty le paso algo? – Betty lo miraba con los ojos abiertos, Armando temió lo peor, temió que recordaba todo lo malo que él le había hecho –
Be. Jajaja perdón me asustaste, no sabía que habías llegado, discúlpame por entrar así. – dijo colocándose de pie, Armando la miraba confundido, esperanzado –
Ar. Tranquila Beatriz, me imagino que buscaba recordar algo… cierto?
Be. Si me vinieron muchos recuerdos, pero ninguno de ti. – Dijo bajando la mirada, Armando hizo lo mismo – no entiendo porque mi mente no quiere que te recuerde.
Ar. Quizás ella sabe perfecto quien soy yo y no te quiere contar.
Be. Entonces dímelo tú.
Ar. No puedo, si te lo digo me odiarías. – Armando tenso la mandíbula, apretó los ojos para no llorar –
Be. Por qué siempre que pregunto por nosotros te pones así?
Ar. Betty es mejor que lo recuerdes tú, simplemente eso. – Betty lo miraba confundida, tenía la misma mirada de aquella vez que le hablo sobre ella –
Be. Tuve algo que ver con la relación que tenías con ella? Como se llama? No me has querido decir… yo no le diré nada a Marcela, menos a Daniel, créeme. – Armando se mordió el labio inferior, mientras le dirigía una mirada dura –
Ar. Si tuviste algo ver, por ti se terminó… - Betty se sentía aún más confundida –
Be. Explícame, porque ahora menos entiendo Armando. – Armando suspiro –
Ar. No insistas, no te pienso decir nada, tú lo tendrás que recordar, nuestra relación fue mucho más íntima, fuimos más que presidente/asistente. – Betty empezaba a molestarse –
Be. No, no me pienso ir de aquí hasta que me digas. – lo miro duramente – dime que quieres que haga?, qué quieres de mi?, haré lo que sea Armando pero dímelo, estoy harta de ese vacío en mi mente, todo lo que se refiere a ti es confuso, sé perfecto que éramos muy unidos, quizás te falle, por eso no confías en mí, porque eso es lo que siento, que no confías en mí
Ar. No Betty, las cosas no son así, no es fácil de explicar, por eso es mejor que tú lo recuerdes, no tienes que hacer nada, simplemente no te diré. – Betty estaba perdiendo la paciencia, estaba colérica –
Be. Sabes que Armando… perfecto no me digas nada, no quieres nada de mí, perfecto… - Armando se recostó al marco de la puerta – pero no me trates como si confiarás en mí, como si me quisieras, porque me has demostrado que no es así. Limítate a tratarme como lo que soy, una empleada. – Betty caminaba hacía la salida, Armando interpuso su mano bloqueándolo la salida –
Armando la tomo por los dos hombros, Betty intentaba zafarse, él la apretó más fuerte pero sin hacerle daño, la miraba fijo a los ojos en silencio, la mirada de Armando la atrapo obligándola a quedar en calma.
Ar. Está bien… - Armando afirmaba con su cabeza al tiempo que hablaba – quieres saber que quiero, quiero que te enamores de mi… de nuevo. Dijo en total calma. Betty retrocedió en silencio, no creía lo que había escuchado – De nuevo? Pensó – Tú eres quien no quieres recordarme, seguro aún te duele, no te culpo por eso, te hice demasiado daño, pero tú te desapareciste dejándome con tanto para decirte, mis palabras me pasaban, me hundieron, me destruyeron y lo peor de todo es que era mi culpa, yo escribí mi propia destrucción y tu saliste peor librada, me resigne por años a entender el que me omitieras de tu vida, desde que volviste no he estado con nadie esperando que me recuerdes, no me importa si me toma toda mi vida, si se me va esperándote, no me importa Beatriz, lo único que quiero es que me tengas en tu mente.
Betty tenía la boca abierta, se llevó su mano a ella, no podía creer lo que escuchaba, ella era el fantasma del que tanto hablaba, ella era la mujer que Armando amaba, no podía procesar la información seguía sin recordar nada, empezó a hiperventilar, las piernas perdían sus fuerzas y cayo bruscamente en la silla de su escritorio – Armando la miraba nervioso – ella seguía sin pronunciar palabra, no salía de su shock.
Pronto reacciono y lo único que se le ocurrió fue salir corriendo, Armando iba tras ella – Betty espera, le gritaba – ella hizo caso omiso a su petición, bajo las escaleras que iban a producción, Armando la seguía de cerca, pronto salieron ambos a recepción, los empleados los miraban asombrados por la escena, ninguno se detuvo a mirarlos, Betty salió a la puerta logrando empujar a Wilson, no veía por donde iba tenía los ojos llenos de lágrimas, Armando la seguía suplicante.
Betty cruzaba la calle al tiempo que una carro cruzaba, Armando la empujo recibiendo el impacto, Betty cayó en la acera inconsciente en la caída se había golpeado la cabeza con un árbol, Armando yacía agonizante, por su boca sangraba a borbotones, Aura María, Freddy y Wilson había visto toda la escena, pasó demasiado rápido, Aura María gritaba por ayuda, Freddy rápidamente llamo una ambulancia, Wilson corrió a auxiliar a Armando, quien saco una carta de su saco y ensangrentada se la paso a Wilson quien por inercia se la guardo en su bolsillo.
Pronto llegaron dos ambulancias y se llevaron a ambos al mismo hospital, Ecomoda estaba conmocionada, todos lloraban, Sandra le aviso a Daniel quien como loco salió corriendo al hospital, Berta le aviso a Don Roberto quien salió en busca de su hijo, Doña Margarita lloraba, ella se quedó consolando a su nieto quien también lloraba por su padre.
Armando y Betty llegaron al hospital inconscientes, Armando tenía el pulso muy bajo Betty estaba muy estable pero tenía una costilla partida, los padres de Betty ya estaban en el hospital ellos recibieron a Daniel que muerto en llanto preguntaba por su esposa, ambos lo calmaron, Julito estaba con ellos, el niño estaba aterrado por los gritos, Daniel lo tomo en sus manos y lo abraza en busca de darle consuelo, pero realmente su hijo lo consolaba a él.
Roberto llego y apenas vio a Daniel se derrumbó, pensó lo peor, creyó que había perdido a Armando, los médicos le explicaron la situación de ambos, Betty tenía sedantes por eso no despertaba, el estado de Armando era mucho más delicado y era quien menos probabilidades de recuperarse tenía, de camino había perdido mucho sangre, le había dado una hemorragia interna y tenía varios órganos comprometidos.
Rob. Doctor mi hijo es fuerte, se va a recuperar, se tiene que recuperar por Dios!.
Doc. Sí señor, ahora todo está en sus fuerzas y en Dios, nosotros hicimos todo lo que está en nuestra manos, solo queda esperar que él luche y aguante.
El llanto de Roberto conmovió a todos, no podía perder a su hijo, no podía hacerlo, Camila estaba viva pero su relación era pésima, ella no los quería en su vida, Armando era lo único que le quedaba, Dios no podía castigarlo el doble, era algo que sobrepasaba sus fuerzas, su cordura.
CONTINUARÁ…
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